La democracia mexicana enfrenta una encrucijada crítica. Se ha detectado una tendencia alarmante: el grupo de votantes más grande, los jóvenes de 18 a 39 años, es el que menos participa en las elecciones. Esto se debe en parte a que muchos de ellos están registrados lejos de sus lugares de residencia debido a la movilidad laboral y educativa.

El INE, con sus horarios rígidos, no facilita su participación. La responsabilidad de cambiar esta situación recae en empresarios y directivos. Debemos actuar para evitar que este peligro se materialice. Empresas, escuelas y universidades pueden apoyar al permitir permisos para tramitar el INE y no marcar faltas.

Es una acción pequeña pero vital para preservar nuestra democracia. No se trata de incentivos políticos, sino de garantizar la participación activa de nuestros jóvenes en la toma de decisiones. La actualización del INE debe ser una prioridad, sin preferencias partidistas, para mantener la neutralidad y legalidad. La clave está en informar y respaldar a nuestros jóvenes.

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